Covid un virus espantoso que nos convirtio en seres muy pacientes y caseros.
Una etapa del confinamiento durante esta mortal epidemia fue la de qué se abrieron las puertas para que los dueños de mascotas pudieran sacar a sus animalillos a pasear para ensuciar veredas, césped y otras superficies que las bestiecitas estas prefieren para hacer sus necesidades.
los hispano hablantes somos delicadillos para estos menesteres, excusando a mis amigos andaluces que gritan: pero si el perro tiene que ¡mea ! .
Mirando desde la ventana y con una mente ágil por el descanso obligado, me di cuenta de que esa era la manera de salir a pasear en forma regular por el barrio frio y desolado de esta temporada obscura. Llame inmediatamente a mi vecino de un par de cuadras más allá y le pregunte por su mascota “Chaves”.
Está bien, pero en este momento paseando con Paquito que lo saca de 10 a 11. Esto me abre las puertas a preguntar si hacemos un pequeño negocio en el que yo tengo el perro durante todo el día (desde las 10 hasta las 5.30 de la tarde) por un coste que podríamos hablarlo… Paquito reacciona como lo pensaba y completamos el trato por una cifra muy amistosa.
Dicho y hecho, salí con Chaves unas semanas, conversábamos – prestan atención y callan estos caninos te diré - le compre sus galletitas preferidas y fui encariñándome con él lentamente sin ni siquiera darme cuenta.
Venga chaves a saltar, corra y cómase sus galletitas mientras yo me hago un sanguchito…
Llego el momento en que el confinamiento se terminó y fui dejar a chaves por última vez donde Paquito. Después de las frases obligadas por las buenas costumbres, le dije chao a Chaves con una voz algo emocionada y el mascota este se arrimó a Paquito y entro a su casa sin dar ni señas de alguna emoción, saudade ni nada . NADA
Eres un perro “perro” (entre otros menos elegantes) pensé y me fui a mi café con galletas.
Aún lo saludo con harto cariño cuando lo veo con Paquito (no me da ni bola).
s JCarras, junio-18-2024
